miércoles, 14 de junio de 2017

En esta oportunidad compartimos con ustedes las palabras, que nuestro ex Alumno, Ivo Beitía, nos hizo llegar. Es muy difícil expresarles la emoción y el orgullo infinitos que provocaron en todos nosotros.


 Muchìsimas gracias Ivo por habernos permitido formar parte de tu vida.


 "Hola, mi nombre es Ivo Beitia, soy egresado del Norbridge del año 2015. Actualmente estoy estudiando en la UBA el segundo año de ingeniería informática, y en breve estaré sumando la carrera de filosofía en la misma institución. 
 Toda mi vida académica hasta terminar el secundario transcurrió dentro del Norbridge, desde sala de 2 cuando iba solo al turno tarde, hasta quinto año. Es probable que haya estado mas tiempo en el colegio que en mi casa. Asi que independientemente de todo, es claro que esta institución ha formado parte insoslayable de mi vida y me ha formado para ella, debo decir de una manera muy particular, con la que, adelanto, estoy muy contento y agradecido.
 El Norbridge es un colegio de pocas dimensiones: no tiene un campus espectacularmente grande, no tiene un alumnado vasto. Esta percepción se magnifica al entrar al secundario; por cuestiones fácticas de lugar y de cantidad de alumnos, y por el prejuicio del alumno de como debería ser un secundario ideal, auspiciado por la invasión mental del cine internacional: lockers, pasillos interminables, canchas, clubes de talentos, etc. Los chicos, al menos en mi entorno de aquel entonces y en lo que veo en el alumnado actual, sueñan con entrar a un secundario de Hollywood, y se encuentran con otro tipo de escenario. Ninguno de estos choques de percepción me consta a nivel personal, sino por reacciones de mis compañeros de aquel entonces, quienes los primeros dos años de secundario se mostraron disconformes, un poco caprichosamente, con lo que se les ofrecía. 
 ¿Por qué digo todo esto? Compañeros que antes se quejaron de lo antedicho y en una forma consistente, hoy agradecen no haber tomado la decisión de irse. Es muy común que el púber no valore lo que tiene y siempre quiera más, al nivel de sacrificar recursos tecnológicos - digitales, docentes y autoridades exigentes pero amigables y accesibles, grupos de amigos, etc., por un colegio de moda, mas grande, con más alumnos, con más espacio. 
 El gran tesoro del Norbridge indudablemente está relacionado con el cuerpo docente. No hay tecnología que supere la calidad de un buen docente, que te inspire, que te acompañe y te guíe, y responda a tus interrogantes y tus pasiones, si bien a ésta también la reconozco muy positiva. Un maestro puede ser cualquier persona independientemente de su profesión: sin duda tuve docentes, y también tuve maestros.
 Mi experiencia en el Norbridge fue de desarrollo personal, a la par del académico: formé opiniones, formé ideas, me peleé, grité, me reí, cambié mis opiniones frente al aprendizaje, complementé ideas, conocí Europa (y con ello culturas, monumentos, etc.), construí amistades, y generé recuerdos. El Norbridge a mi fundamentalmente me fomentó la capacidad de pensamiento crítico y analítico, algo que en este país (quizá en el mundo) escasea bastante. 
 La persona que soy hoy se debe a muchas cosas: mi familia, mi propia genética, mi crianza, pero una de ellas es ciertamente mi educación: mis amistades surgieron en su gran mayoría gracias a ella. Si hoy tengo los amigos que tengo y de los que estoy muy orgulloso, si estoy estudiando la carrera que estoy estudiando, si en el CBC me fue como me fue, si tengo el plan que tengo de hacer dos carreras, si tengo los sueños que tengo, en todo eso hay un dejo de responsabilidad del colegio en donde caí."